HERMANDAD.

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Poder sentir que otra mujer, otro hombre pueden ser hermanos en el corazón sin ningún vínculo sanguíneo.

Ahora más que nunca es imprescindible sentir esta hermandad como un tejido, una red sana donde sentir cobijo, protección, estar a salvo.

Muchas personas nunca tuvieron esta experiencia, otros quizás eventualmente. Y es terrible.
Sentir miedo puntualmente es sano, sentirlo regularmente no.

 

En estos momentos el miedo nos toca a todos como comunidad.
Mujeres y hombres.

Y quiero ahora referirme a las mujeres.
Todas de alguna manera sabemos que es sentir el miedo en el cuerpo en algún momento de nuestras vidas hacia los hombres: al ir a caminar, al salir por la noche, al viajar, al volver a casa,..
Al despedir a una hermana, hija, amiga en la calle, en casa, en el portal, antes un viaje. Rezamos, se nos encoge el pecho y tenemos que pensar en otra cosa hasta que mande un mensaje de que está bien, que todo va bien.
Y aunque no queramos transmitimos ese miedo continuo porque desgraciadamente es una realidad diaria.
Desconfiamos o confiamos ciegamente sin filtro. Nos juzgamos unas a otras y competimos entre nosotras.
Y con este nivel de miedo y desconfianza es difícil vivir el día a día, es estresante para nuestro sistema nervioso, cerebro y todo nuestro cuerpo.
Necesitamos confiar en esa red de hermandad con los pies firmes en la tierra. Esa red segura donde mujeres y hombres podamos apoyarnos y sentirnos sostenidos.