Poner límites es crucial no opcional.
Límites amorosos, desde la escucha que ayuden a crecer con seguridad y respeto; no límites que aplastan, humillan, avergüenzan.
Muchos padres (y abuelos, con ellos puede ser peor, llegando a boicotear la labor de los padres con regalos, caprichos, mensajes contrarios a los padres por detrás, etc.) con todo el amor a sus hijos, queriéndolos, meten la pata en este aspecto básico y con graves consecuencias posteriores.
Es imprescindible:
- Dar ejemplo. Los niños imitan las conductas, valores, expresiones, buenos hábitos.
- Elogia lo positivo, reforzarlo.
- Ser coherentes, cuidado con las contradicciones y ambivalencias.
- Crucial llevar la misma dirección y estar de acuerdos los progenitores: qué límites poner, normas de convivencia,..etc.
Aprender a tiempo evita muchos sinsabores posteriores. Se suele esperar a cuando la situación es insostenible y entonces el trabajo terapéutico es mucho mayor, llegando a situaciones de maltrato de hijos a padres.
Aprender cómo educar no es ninguna vergüenza, es algo de lo que estar muy orgulloso y que siempre tiene gratas recompensas.