“Identidad es lo que hace que yo no sea idéntico a ninguna otra persona”.
“Se debería animar a todo ser humano a que asumiera su propia diversidad, a que entendiera su identidad como la suma de sus diversas pertenencias (aquí el autor se refiere a las vivencias, los gustos, los grupos a los que se pertenece, con todo lo que uno puede identificarse, que se llega a vivir como excluyente y que el autor nos invita a integrarlo,…) en vez de confundirla con una sola….”
Amin Maalouf (escritor de origen libano-francés, en su libro Identidades Asesinas).
En uno de mis viajes en tren podía escuchar a un grupo de jóvenes en sus 20, principio de los 30 años, hablando de sus pericias en el país donde estaban trabajando y seguían estudiando. Venían de vacaciones a casa, a su hogar familiar, a sus amigos, a sus orígenes, llenos de ilusión, de vida, de experiencias, de aprendizajes, de crecimiento, de frustraciones, de lágrimas, de risas.
Qué importante es para todo joven al salir de la adolescencia poder trabajar y seguir estudiando lejos del hogar familiar, en otra ciudad, en el extranjero, en otro país. Poder ver desde fuera su lugar de origen, su familia, su cultura, su sistema de creencias que vienen dadas por el entorno.
Tener la experiencia de conjugar el trabajo con seguir estudiando, con poner una lavadora, preparar la comida, organizarse, hablar otro idioma, las típicas meteduras de pata de un español hablando ese idioma y viviendo en ese país. Es tremendo el impacto en la persona, en su cerebro. Supone tanta expansión, enriquecimiento.
Les escucho reírse de las meteduras de pata con la lavadora, la mezcla de colores, la plancha, que no llegan a todo, la falta de horas de sueño, fórmulas para tender la ropa y que se arruge menos, y pasar a hablar de los proyectos que están realizando, la presentación del último trabajo ante un aula, los nervios, el conseguir estar ahí y hacerlo; el apoyo recibido de los amigos que han ido haciendo, de los compañeros, los que ponen la zancadilla, el profesor o jefe con el que es más difícil, etc.. Y en todo ello escucho como se va desarrollando su identidad, la flexibilidad y fortaleza que va adquiriendo su yo.
Y siguen hablando de sus descubrimientos: en que quieren especializarse, lo que se han dado cuenta que les gusta, a lo que van a dedicar años y años de esfuerzo, trabajo, más estudio y vida. En todo ello las risas, la complicidad, las amistades que se van creando, las que se consolidan, las que se rompen. La vida en estado puro. La vida fuera de los rollos mentales de dar vueltas a lo mismo en la cabeza y no salir al mundo.
Salir al mundo a experimentarte, a conocerte, a vivirte, a sentir, a compartir, a relacionarte, a disfrutar de tanto como tiene la vida que ofrecer, con sus luces y sus sombras. Vivir. Vivir desde ti, aprendiendo a salir del sistema de los padres, ampliando horizonte.
Es una experiencia que fortalece la identidad, el yo. Y por otro lado te muestra los límites de donde vienes, las idealizaciones, el contacto con otras culturas, otras formas de relacionarte; que lo mejor del mundo no es tu cultura, tu comida, tu bebida, tu mundo, sino que hay otros mundos por conocer que te enriquecen y se mezclan con lo tuyo ya conocido, que ya no serás el mismo, y es un alivio y una alegría. Que eres menos importante de lo que creías en tu pequeño mundo y más valioso de lo que te creías. Que algún día volverás, o no, o seguro que sí, o quizás, depende, sea como sea, llevas la maleta llena de experiencias, de riqueza, de vivencias inolvidables, de talentos descubiertos, de recursos usados y reforzados, que serán tu fortaleza ante los retos de la vida.
Poder exponerse a lo diferente te enriquece. La variedad de experiencias a esa edad es tan crucial. Es una experiencia que todo joven tendría que poder tener, ¡ojala pueda estar al alcance de todos!