El habituarse a observar hechos sangrientos o brutales hace que el individuo se vaya desconectando emocionalmente del significado que tienen sus percepciones, de manera que llega un momento en que ya no sienten el sufrimiento, ni el propio ni el del otro. La capacidad de percibir el horror disminuye.
Esta característica es crucial para sobrevivir. El ser humano expuesto constantemente al máximo de su sensibilidad no puede sobrevivir. Es necesario ir anestesiándose.
Si una persona, niño, adolescente, es insensible a su propio sufrimiento lo será con el del otro. Y al aceptar la atrocidad sin poder sentir nada, la distancia que hay a que ese mismo individuo cometa tal atrocidad es muy pequeña.