Este artículo tiene algunos ejemplo míos y es parte principalmente del artículo ¿Estás (con)centrado? Por Kerstin Kullman (Sección Conocer, Neurología. XL Semanal ABC Del 24 al 30 de mayo de 2015).
La procrastinacion es la tendencia a aplazar lo que tenemos que hacer, incluso queremos hacer y dejarlo para otro día.
Esta actitud lleva a problemas y generar síntomas como ansiedad, depresión, incluso trastornos del sueño.
Lo que no es inmediato no vale, no es útil, no es fuente de gratificación. Así que evitamos el esfuerzo, la construcción y elaboración.
Ej. El pan. El pan que ya viene preparado, lo caliento en el horno un momento y ya esta, es pan, tiene toda la apariencia de pan y sienta mal, el cuerpo no lo digiere bien. Las apariencias, lo que parece pero no es.
Corregir este trastorno.
Investigaciones del profesor de Filosofía Teórica en la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, estudia la mente errabunda. Caos de pensamientos internos, torbellino en la cabeza que Metzinger describe como “el estado de reposo narrativo” de la mente. Lo contrario a ese deambular errático es la atención, la capacidad de llevar el foco interno a un objetivo determinado.
Ese deambular mental no es lo mismo que distraerse de vez en cuando (positivo para el proceso creativo).
“Porque la mente errabunda amortigua las emociones asociadas a lo que sucede a nuestro alrededor”. El deambular mental nos va quitando la capacidad de ser conscientes de la realidad, de percibir nuestra vida tal y como es. ” La mente errabunda suele ser una forma de huir. Sólo el que reconoce la realidad tal y como es esta en condiciones de cambiarla”.
Después de 20 min en clase pasar a un video corto, provocar una discusión,….
¿Cómo frenar la mente errabunda, cómo recuperar la capacidad de atención y esfuerzo?
El profesor de Psicología Médica Ernst Poppel, 74 años. Descubrió lo que los seres humanos percibimos como presente: lo que ocurre en un espacio de dos o tres segundos. Es un mecanismo de concentración en algo concreto y también para advertir de peligros.
“Estamos desbordados por tanto estímulo”. “Paralización frenética”: con esta avalancha de informaciones no podemos saber cuales son verdaderamente necesarias. “Uno se pierde en ese remolino”. La capacidad de esforzarse en mantener la concentración es crucial. ¿Cómo se aprende?
Dice Poppel: “¿qué cómo se aprende a hacer lo que hay que hacer? Pues simplemente haciéndolo”. ” Hay que experimentar la superación, ponerla en práctica. La superación de la propia pereza una y otra vez. Porque siempre hay alguna excusa a mano”.
La diferencia entre las actividades diarias que van unidas a una sensación inmediata de gratificación y las tareas a largo plazo que no.
Poppel recomienda aprender a perseverar, fijándose pequeños objetivos intermedios, metas que se puedan alcanzar en menos tiempo. Sentarse por las noches y apuntar lo que ha ido bien y lo que no. Hacer autoevaluación para valorar los avances propios: “llevar un cuaderno de bitácora”.
Dedicar una hora al día a hacer lo que hay que hacer sin distracciones.
Continuos estímulos externos que activan el mecanismo de la adicción. El cerebro se sobreexcita, llegan muchas “minigratificaciones“.
La mente errabunda. Como reacciona el cerebro a la distracción:
- El Cortex prefrontal es el centro de gobierno del cerebro. Analiza los estímulos exteriores y se encarga de reaccionar en consonancia. De esa manera, el cerebro puede atenuar la percepción de aquellos elementos que provoquen distracción y mantener la concentración durante periodos prolongados.
- El sistema Límbico participa en el control de los procesos conductuales e intelectuales. Pequeñas distracciones, como el aviso acústico de la llegada de un nuevo e-mail, un “Me gusta” de Facebook o de un tuit hacen que el centro de las emociones del cerebro ponga en marcha la liberación de neurotransmisores como la dopamina, la llamada “hormona de la felicidad”.
- El efecto gratificante de la dopamina hace que la persona se distraiga con más facilidad y que el Cortex prefrontal se vuelva menos activo.