Diferentes estudios sobre tortura realizados por Fiske y Cols demuestran que “prácticamente, cualquier persona puede volverse agresiva si existe suficiente provocación, estrés, disgusto o excitación”.
Keltner afirma que “cuando le das a la gente el poder, básicamente comienzan a actuar como tontos. Coquetean de manera inapropiada, se burlan de una manera hostil, y se vuelven totalmente impulsivos”.
Según Keltner el sentimiento de poder es comparable a un daño cerebral. El lóbulo orbito-frontal, que se localiza en la zona de la frente, es un área del cerebro fundamental para la empatía y la toma de decisiones.
Las personas con mucha autoridad/poder se suelen comportar como paciente neurológicos con daño en esta área. Ejemplos extremos: Hitler, Stalin, Calígula.