LOS GRITOS.

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Los gritos hacen daño y no enseñan nada.
Puede que el niñ@ pare de hacer lo que está haciendo, es por el impacto, el shock.
Gritar no educa y muestra la incapacidad del adulto para regularse.

Todos podemos perder el control una vez y reparar.
Crecer a golpe de grito genera inseguridad, baja autoestima, sumisión o repetir lo mismo con la pareja, los alumnos/as, los hij@s.
Tener la curiosidad y la flexibilidad para aprender formas diferentes y efectivas de educar, sin dañar, sin seguir ciegamente la herencia recibida, son un regalo para los menores.