En mi trabajo en consulta he observado una dinámica que se da entre el padre y el hijo varón muy interesante. Entre la hija y el padre no es exactamente igual. Y entre la madre y el hijo o la hija tampoco.
Así que aquí voy a centrarme en la dinámica papa e hijo varón (y especificaré varón) y en general, niñ@.
Hay un momento en el ciclo vital de crecimiento de todo niñ@ (niños y niñas) cuando te das cuenta de que papa no lo sabe todo, que no es el héroe, el superhéroe que tu creías, que se contradice, que dice cosas que no tienen mucho sentido o n ose ajustan a la realidad.
Ese momento es clave, me doy cuenta de que papa no lo sabe todo y no me puede ayudar siempre, hay cosas que no sabe y también que no entiende.
Ese momento es natural. En niños varones embrutecidos por el ambiente familiar, fusionados con el ambiente que les rodea, no se da igual, no tienen la claridad para poder percibirlo ni sentirlo.
Los niños varones que sí se dan cuenta tienen una percepción muy fina, una capacidad de observación, atención y claridad desarrollada.
Y cuando eso ocurre, la reacción del padre será clave, determinante en esa etapa y posteriormente. Afortunadamente tenemos la plasticidad cerebral y la terapia para cambiar esa información guardada en redes neuronales.
Si el padre no puede soportar esta claridad, esta percepción, esta capacidad de su hijo varón, se burlará, le humillará, se reirá, le pondrá retos que sabe que su hijo varón no puede lograr por su corta edad, presumirá de que a su edad él hacia esto y eso y más allá; presumirá de su rapidez, hazañas, acciones a la edad de su hijo o incluso antes.
Todo eso es humo, no es real. Papa no puede admitir la capacidad de su hijo y cómo este a tan corta edad le supera. Necesita mantener a su hijo por debajo de él.
¿Y cómo que papa no puede tolerar la capacidad de su hijo varón?
Por su inseguridad, por la imagen que ha aprendido a tener de si mismo, del otro y del mundo. No importa lo que aparente o parezca por fuera el papa, es solo apariencia, por dentro es otra cosa.
Ese papa tiene una herida en la valoración de si mismo, esta herido en su estima, no ha podido desarrollar una forma sana de relacionarse con el otro, y no sabe gestionar la autoridad.
La autoridad la entiende como lucha de poder, o tú o yo, crea rivalidades, luchas, necesidad de quedar por encima del otro, necesidad constante de estar en control, de estar al mando, dominancia y sumisión.
Y dentro de ese grupo de papas hay una escala amplia que va desde un grado mínimo de patología a un máximo.
Y ¿qué hará el hijo varón? este hijo varón disimulará su capacidad, se saboteará y llevará toda esa agresividad contra si mismo o contra el otro.
¿Y eso?
Pues, por un lado ese hijo varón en la reacción de su padre ve que está mal tener capacidad, talento, brillar, identidad propia y por otro lado, en su amor por su padre, no querrá herir la frágil estima de su padre, no querrá que su padre parezca que no sabe. Pues este hijo varón sí nota, si percibe la fragilidad del padre y su dificultad para no saberlo todo, para no saber algo.
Ese papá deja de ser autoridad y referencia para su hijo, y eso es muy doloroso para un niño.
Así que girará la historia, ¿y qué comenzará a creer de si mismo este niño? “yo soy tonto, no valgo, no sé”; “no sirvo, no se hacerlo”; “algo falla en mí, algo está mal en mí”, “soy un ser despreciable”,.. Llenándose de rabia, ira, dolor,..
Así va enfermando.
No recibe el permiso de que está bien, es natural ser brillante, tener capacidad, identidad propia, superar la capacidad del padre. No recibe reconocimiento, aceptación, apoyo.
Comienza a llevar la máscara de no sé, soy tonto, no tengo talento, yo no puedo aspirar a…Y por algún sitio sacará esa agresividad que recibió.
Tapa todos esos recuerdos, los olvida, los desconecta, en lo profundo de su cerebro. Y cree que “él es así, nació así, siempre fue así, ya lo decía mi padre, mi madre, los profesores, etc.”
Y hay otros papas que sí pueden, que están más sanos, que piden ayuda, que reconocen sus dificultades, que hacen terapia:
“Cariño qué bueno que te des cuenta de lo que me dices. Soy tu papa y no lo sé todo, a veces me equivoco y me encanta que haya cosas que tú sepas y yo no, y me encanta que tengas más capacidad que yo para ciertas cosas, me encanta que seas tan brillante, que sepas, que hagas preguntas, que seas inquieto, que quieras más. A lo que yo no llegue buscaré ayuda para no frenarte. ¿Qué te parece si tú me enseñas a mi donde yo no llegue y yo te enseño a ti lo que yo pueda mientras vas creciendo y te das tiempo para desarrollar más y más tu capacidad y talento natural?”.
La humildad se confunde con ponerse por debajo o por encima, a humillar o a ser humillado, o tú o yo.
La humildad es el reconocimiento de quién soy, de mis capacidades, talentos y de mis límites. La humildad es mirarme con claridad y honestidad.